jueves, 4 de septiembre de 2014

El desequilibrio

Cada elemento, cada objeto, cada situación, cada criatura, es una fuente de energías, pero para que estas energías se manifiesten, hay que ponerlas en un estado de desequilibrio, es decir, en una pendiente. Considerad el agua puesta sobre una superficie plana: se extenderá como una capa dulce y tranquila. Dadle ahora a esta agua una fuerte pendiente, y se lo llevará todo a su paso.

Lo mismo sucede con el hombre. Existe en él una pendiente sobre la cual las fuerzas descienden continuamente en cascada, y es necesario canalizarlas para que produzcan un buen trabajo. Es necesario únicamente que esta pendiente sea continuamente equilibrada porque un exceso en un sentido acaba produciendo un exceso inverso.


Esto es lo que vemos, por ejemplo, en las personas en las que se alternan los estados de sobreexcitación y de abatimiento. Nuestra vida psíquica está basada en un cierto desequilibrio, y este desequilibrio, cuando es dominado, aporta riqueza, creación. Los genios, por ejemplo, no son seres equilibrados, en los sentidos ordinarios del termino (este tipo de equilibrio engendra, a menudo, la mediocridad). Al contrario incluso: los genios son, a menudo, unos seres que, sintiéndose amenazados por poderes oscuros, tratan de dominarlos con el trabajo, con la creación, y de esta manera llegan a realizar obras grandiosas. 
        Texto del libro: Pensamientos cotidianos.